La pericoronaritis es una inflamación de los tejidos blandos que rodean a un diente en su fase de erupción. Generalmente, esta inflamación suele producirse alrededor de las muelas del juicio o los terceros molares provocando dolor de encías. Esta patología sucede a causa de los restos de comida y bacterias que se acumulan entre las piezas dentales y la encía (espacios interdentales), favoreciendo el desarrollo de infecciones locales que pueden extenderse a otras áreas si no se tratan a tiempo. Cualquier persona puede padecer pericoronaritis, pero su prevalencia es mayor en adultos de entre 18 y 29 años. Esta enfermedad bucodental puede variar desde leves molestias hasta infecciones severas que repercuten en la calidad de vida de los pacientes. Es importante aprender a reconocer los síntomas y comprender cómo evitar y tratar esta patología a fin de mantener una buena salud oral.
La pericoronaritis es fácil de reconocer, ya que se manifiesta en forma de señales muy claras para quienes la padecen. Los indicios más evidentes de que se sufre pericoronaritis son los siguientes:
Molestias en la zona afectada: un signo evidente de la pericoronaritis son los dolores en el área afectada por la infección. En los casos más severos, el dolor se puede irradiar hasta alcanzar la articulación temporomandibular u órganos cómo el oído. Muchas personas con pericoronaritis experimentar un dolor agudo en el lado de su cara donde se encuentra la afección.
Inflamación y enrojecimiento de tejidos blandos: en función de la gravedad de la pericoronaritis desarrollada, el paciente podrá comprobar a simple vista que la encía que rodea al diente afectado se ha inflamado. Además, el tejido blando que recubre al diente varía su color de un tono blanco a uno rojizo.
Problemas asociados a la hinchazón: como, por ejemplo, dificultad para pronunciar correctamente las palabras, masticar los alimentos o abrir la boca.
Halitosis: conocida en el lenguaje coloquial como mal aliento. Debido a la acumulación de restos de alimentos y bacterias en la zona afectada, la pericoronaritis suele también favorecen el desarrollo de halitosis o mal aliento.
Fiebre: cuando la infección no se trata correctamente o a tiempo, el paciente puede experimentar episodios de fiebre y malestar general asociados a la infección.
Desarrollo de otras enfermedades dentales: si no se trata a tiempo, la pericoronaritis puede provocar otras patologías bucodentales. Por ejemplo, gingivitis o pericoronaritis.
La pericoronaritis es el resultado de varios factores que favorecen la acumulación de bacterias en el área afectada. Entre las causas más comunes se encuentran:
Piezas dentales parcialmente erupcionadas: las muelas del juicio que no han salido por completo crean un bolsillo de encía donde las bacterias pueden acumularse fácilmente.
Deficiente higiene bucodental: la limpieza inadecuada permite la acumulación de restos de alimentos y placa bacteriana, lo que favorece el desarrollo de infecciones.
Mala alineación dental: si las muelas del juicio crecen en una posición incómoda o presionan a los dientes vecinos, aumenta el riesgo de irritación e inflamación.
Trauma en la encía: por ejemplo, al masticar alimentos duros o por el roce constante del diente contra la encía.
Cuando el paciente presenta uno o varios de los síntomas descritos, se recomienda que acuda lo antes posible a la consulta de un especialista en encías y/u odontología general. Durante la primera visita al dentista, se valorará la gravedad de la infección y el tratamiento a seguir para erradicarla, que se compone de los siguientes pasos:
a) Lo primero de todo, se realizará una limpieza dental profunda y el drenaje quirúrgico de la zona afectada. De este modo, se eliminan los residuos de alimentos y la placa bacteria de la cavidad oral para evitar que el tratamiento provoque nuevas infecciones.
b) A continuación, el paciente está obligado a mantener una higiene bucodental rigurosa. Estos hábitos de limpieza bucodental incluyen el cepillado dental minucioso después de cada comida, así como el uso de colutorios con clorhexidina, esenciales para disminuir la inflamación.
c) En los casos más severos, el odontólogo puede recomendar la toma de medicamentos antibióticos, analgésicos o antiinflamatorios para aliviar las molestias ocasionadas por la infección. ç
d) Una vez que la infección ha remitido, el dentista valorará si es necesario eliminar el tejido de la encía que rodea al diente parcialmente erupcionados. Se trata de una cirugía muy sencilla que servirá para prevenir nuevas infecciones.
e) Finalmente, cuando los molares puedan erupcionar por completo por falta de espacio, el dentista puede sugerir la extracción del diente.
La pericoronaritis no puede ser eliminada de forma completa en el hogar. Sin embargo, existen varios remedios caseros que nos ayudarán a combatir sus efectos mientras esperamos a acudir a la consulta del dentista:
Enjuagarse la boca con agua tibia y una cucharada de sal: esto contribuirá a reducir levemente la inflamación de la encía.
Poner más énfasis en la higiene dental: es decir, cepillarse más veces (lo ideal, después de cada comida) durante más de 2 minutos los dientes. Además, de enfocarse aún más en el área afectada por la inflamación. Cuanto más se cepilla esta zona -aunque nos produzca más dolor o sangrado-, mayor cantidad de bacterias se eliminan de esta zona. Por tanto, la inflamación disminuye.
La pericoronaritis va más allá de una mera molestia: puede perjudicar significativamente a nuestra calidad de vida. Comprender los síntomas, causas y tratamientos nos facilita tomar las mejores decisiones para proteger nuestra salud bucodental. Es importante un habido de higiene oral correcto, ya que es la mejor alternativa a la hora de preservar la salud de la cavidad oral y evitar enfermedad como la pericoronaritis. Para conseguirlo, es crucial cepillarse los dientes al menos dos veces por día con un cepillo de cerdas suaves y, adicionalmente, utilizar el hilo dental como para complementarlo. Al incluir esta rutina diaria, vamos a eliminar los residuos alimenticios y a disminuir la acumulación de placa bacteriana, reduciendo así el peligro de inflamación e infecciones en las encías. ¿Últimamente, experimentáis molestias cómo las que hemos descrito en este artículo? No lo dudéis. ¡Visitar a vuestro odontólogo de confianza para obtener el diagnóstico y el tratamiento adecuado!
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