Cuando pensamos en patologías relacionadas con la salud bucodental, lo primero que se nos viene a la mente suelen ser las palabras: caries, gingivitis o periodontitis. No obstante, nuestra salud bucal puede verse perjudicada por muchas otras dolencias. Aunque mucho menos conocida, la periimplantitis es una patología que pueda traerte muchos dolores de cabeza (y de muelas). ¿Tienes implantes dentales o estás pensando en colocarte uno? Entonces, la cuestión de la periimplantitis te interesa, y mucho. En el siguiente artículo, vamos a explicarte con palabras sencillas todo lo que necesitas saber sobre esta enfermedad bucodental.
La periimplantitis es un proceso inflamatorio que afecta a los tejidos blandos y al hueso que rodea un implante dental . En términos clínicos, se trata de una inflamación de la mucosa periimplantaria acompañada de la pérdida progresiva del soporte óseo, lo que compromete la integridad del implante. A menudo se presenta como una evolución de una mucositis no tratada, pero no debemos confundir ambas entidades. Mientras que la mucositis periimplantaria es reversible si se actúa a tiempo, la periimplantitis es una afección que daña el tejido oseo y requiere intervenciones más complejas. De hecho, es una infección que va “comiéndose” el soporte del implante. Cuando la periimplantitis no es tratada a tiempo, suele provocar que el implante se afloje y, en el peor de los casos, que se desprenda por completo.
Ahora bien, esta patología no aparece de forma repentina. Es el resultado de múltiples factores, algunos evitables con revisiones bucales periódicas y una buena higiene oral en casa. Por esta razón, en nuestra clínica dental damos mucha importancia al seguimiento de los pacientes con implantes, incluso años después de su colocación. Al igual que ocurre con otras dolencias como la caries o la gingivitis, las bacterias son las principales responsables en el desarrollo de periimplantitis. Estas bacterias se acumulan en forma de placa bacteriana (ese biofilm pegajoso que se forma si no nos cepillamos bien) y empiezan a irritar los tejidos que rodean el implante. Primero puede aparecer una mucositis periimplantaria, que es una inflamación de las encías alrededor del implante sin pérdida de hueso. Sin embargo, cuando esta afección no se detiene a tiempo, el problema escala hasta convertirse en periimplantitis (esta sí implica la destrucción del hueso).
No todas las personas presentan el mismo riesgo de desarrollar periimplantitis. Algunos factores que incrementan las posibilidad de padecer esta enfermedad son:
-Fumar: el tabaco perjudica la circulación de la sangre (concretamente, disminuye el flujo sanguíneo) en las encías y reduce la capacidad del organismo para combatir las infecciones.
-Diabetes mal controlada: cuando el nivel de azúcar en sangre se mantiene por mucho tiempo elevado, el cuerpo tiene más dificultades para sanar y controlar las infecciones.
-Higiene oral deficiente: la mala higiene bucal es la causa principal del desarrollo de periimplantitis. Esto se debe a la acumulación de placa bacteriana alrededor del implante debido a la falta de unos buenos hábitos en higiene bucodental. Las bacterias liberan toxinas que desencadenan una respuesta inflamatoria de los tejidos blandos. Cuando esta inflamación se mantienen en el tiempo, termina por dañar también el tejido oseo.
-Antecedentes de enfermedad periodontal: los pacientes que han tenido patologías relacionadas con las encías antes de colocarse un implante, tienen más probabilidades de repetir el problema.
-Estrés y mala alimentación: aunque no lo creas, estos factores también influyen en tu salud bucal.
-Exceso de carga oclusal: una distribución inadecuada de las fuerzas masticatorias puede contribuir al deterioro óseo periimplantario.
-Falta de mantenimiento profesional: los implantes necesitan controles periódicos para prevenir complicaciones silenciosas.
La periimplantitis es una patología oral que se caracteriza por evolucionar de forma silenciosa. De ahí, que la mayoría de los pacientes no experimenten molestias evidentes en las fases iniciales de la enfermedad. Obviamente, esto compromete su detección precoz. Por eso, es esencial que el paciente se someta a controles dentales de forma periódica (lo ideal, una vez cada 6 meses). Una vez apuntado esto, existen varios signos clínicos y síntomas que pueden ayudarse a identificar esta dolencia:
- Encías enrojecidas o inflamadas alrededor del implante.
- Sangrado al cepillarte o usar hilo dental en la zona afectada.
- Mal aliento persistente (aunque te cepilles) o sabor desagradable alrededor del implante.
- Dolor o molestia al masticar cerca del implante.
- Supuración (como pus) al presionar la encía.
- Movilidad del implante (esto ya es grave).
- Retracción de la encía o exposición de parte del implante.
En el momento que sientas que tienes uno o varios de los síntomas anteriormente descritos, desde Praxis Dental Toledo te recomendamos encarecidamente que vayas lo antes posible al dentista. Recuerda que solo un profesional cualificado te hará un diagnóstico certero y, además, él mejor que nadie sabrá el tratamiento a realizar, así como los consejos y recomendaciones a seguir para que evites volver a padecer este problema de cara a futuro. La periimplantitis no se cura sola ... Cuando antes se trate, más posibilidades tendrás de salvar el implante.
El método más eficaz para tratar la periimplantitis es evitar que está aparezca. Ahora bien, esto solo se lográ con un trabajo conjunto entre el paciente y el profesional. La prevención de esta enfermedad requiere del compromiso de ambas partes. También de un seguimiento y una constancia tanto en casa como en la consulta. Para evitar el desarrollo de esta afección, estas son las pautas que has de seguir:
a) Cepíllate bien (pero bien en serio): el cepillado es la base de todo. Usa un cepillo de cerdas suaves , preferiblemente uno eléctrico, que es más efectivo para remover la placa. Dedica al menos 2 minutos, dos veces al día , y asegúrate de cepillar también la zona donde la encía se encuentra con el implante.
b) Usa hilo dental o cepillos interdentales: aunque pueda parecer una tarea bastante aburrida, ¡es importante que uses el hilo dental! También puedes usar cepillos interproximales (esos chiquitos que parecen escobillitas) o irrigadores bucales.
c) Visita con regularidad al dentista: no basta con ir al dentista solo cuando algo te esta causando molestias o dolor. Lo ideal es que te sometas a una revisión bucodental cada 6 meses. duele. El dentista podrá detectar a tiempo cualquier signo de mucositis o periimplantitis.
d) Limpiezas profesionales: aunque seas un maestro del cepillo, siempre queda algo de placa o sarro. Por eso, una limpieza profesional periódica es esencial. A veces, el dentista usará herramientas especiales o ultrasonido para limpiar alrededor del implante sin dañarlo. Si las revisiones y limpiezas se hacen de la mano de un profesional, la proliferación de bacterias, sarro y demás elementos dañinos se retrasan enormemente.
e) No fumes: ya lo dijimos antes, pero vale la pena repetirlo: el tabaco es un enemigo mortal para tus encías e implantes. Si puedes dejar de fumar, no solo mejorarás tu salud bucal, sino también tu salud en general.
f) Controla enfermedades sistémicas : si tienes diabetes, presión alta o cualquier condición crónica, asegúrate de mantenerla bajo control . Esto no solo te hará sentir mejor, sino que también evitará complicaciones en tu boca.
1. Tratamiento no quirúrgico: indicado en casos leves o como fase inicial del tratamiento:
a). Descontaminación mecánica
-Limpieza profunda de la superficie del implante con curetas plásticas, de titanio o de carbono.
-Dispositivos ultrasónicos especiales para implantes.
-Airflow o spray de bicarbonato/glicina.
b). Terapia antimicrobiana
-Irrigación local con antisépticos (como clorhexidina al 0.12%-0.2%).
-Uso de antibióticos locales (gel de doxiciclina o minociclina).
-Antibióticos sistémicos (como amoxicilina + metronidazol) en casos más severos.
c). Láser o terapia fotodinámica
-Se puede usar láser (Er:YAG, diodo, CO₂) para descontaminar sin dañar la superficie del implante.
-Terapia fotodinámica con colorantes y luz LED/láser para eliminar bacterias.
2. Tratamiento quirúrgico: se indica cuando hay pérdida ósea significativa o si el tratamiento no quirúrgico no da resultado.
a. Cirugía de acceso
-Levantamiento de colgajo para acceso visual directo.
-Permite una mejor descontaminación de la superficie del implante.
b. Resectiva
-Eliminación del tejido inflamado y remodelado del hueso.
-Se puede hacer recontorneo óseo para facilitar la higiene y mantenimiento.
c. Regenerativa
-En casos seleccionados, se intenta regenerar el hueso perdido.
-Uso de injertos óseos, membranas de regeneración guiada, y factores de crecimiento.
-Solo viable si la geometría del defecto óseo lo permite (defectos óseos "contenidos").
Una vez tratada la periimplantitis, el trabajo no ha terminado. Es imprescindible establecer un plan de mantenimiento personalizado con revisiones más frecuentes y limpiezas profesionales adaptadas al paciente. Asimismo, el dentista te instruirá en técnicas de higiene oral más específicas y reforzara el control de los factores de riesgo (tabaco, alcoholo, enfermedades de las encías latentes, oclusión descompensada...). El objetivo es evitar una recaída, pero también preservar el resultado del tratamiento a largo plazo. La periimplantitis puede sonar aterradora, pero no tiene por qué ser tu historia. ¿La clave? Cuidarte antes de que aparezca . No esperes a sentir un dolor o pus en la boca para ir al dentista. Cuidar tus implantes es cuidar tu salud, tu autoestima y tu calidad de vida. Así que ya sabes: cepillo, hilo dental, visitas al dentista y cero cigarros . Tu sonrisa te lo va a agradecer.
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